sábado, 31 de enero de 2009

Tras el antifaz...UNA MADRE

Si tuvieramos una memoria aún más envidiable de la que tenemos, sería precioso recordar el cariño que vamos acumulando a una madre. Te da de beber y comer en su vientre, te arropa con su voz y calor, te cría y soporta tus patadas. Y como no podía ser de otra manera, el primer abrazo que recibes es el de ella. Casi de manera mágica, nada más nacer tu ya sabes que es ella.

¿Qué sería de nosotros sin una madre? Nos alza la cabeza cuando miramos al suelo. Nos abraza con una toalla cuando salimos de la ducha. Nos acaricia cuando nos quedamos dormidos en su regazo, y ni se mueve por tal de no despertarnos. Nos arropa cada noche y nos besa la frente. Riñe a los perros si nos ladran. Es capaz de cualquier cosa por hacer que nos sintamos bien: pega a una mesa si nos tropezamos con ella y a cualquier mueble que ose a poner sus vetas sobre nosotros. Y también nos grita si es necesario. Pero segundos después nos toca con sus palabras más dulces. Nos cambia la leche de vaso si está ardiendo, y se presta a ponernos una cena exclusiva para nosotros si no nos gusta el plato. Nos lleva a los sitios cuando llueve, y cuando regresamos nos espera con ropa recién lavada, que aún huele a suavizante, y que ha tenido sobre el brasero para que esté calentita. Nos cuenta cuentos por las noches, duerme a nuestra vera, y deja entrepasar los rayos de la luna entre la persiana para que no nos sintamos solos. Nos unta crema a mansalva durante el verano, y nos forra con ropa en invierno hasta alcanzar un calor corporal de 40 grados. Pero si nos ponemos malos es la primera que nos deja en la cama hasta el mediodía, con pensión completa y barra libre en televisión. Nos seca las lágrimas cuando no conseguimos resolver un problema de matemáticas, y llora con nosotros cuando le regalamos una simple tarjeta en la que pone "te quiero mamá". Cambia todos sus planes si con ello gana unos minutos más de nuestra compañía. Madruga para prepararte el desayuno y trasnocha hasta que nos ve soñando con la luna, porque sino, no descansa. Sufre por nosotros y sufre con nosotros. Pero también llora, ríe, comparte y siente con nosotros y para nosotros. Nos echa de menos por las noches y, ¿por qué no?, también se harta de nosotros de vez en cuando. En definitiva, vive para nosotros.
Pero el tiempo pasa, crecemos, y nos toca hacer las maletas. Es algo que irremediablemente tiene que pasar así. Y por mucho que se empeñen en decir que ya no las queremos, las cosas no cambian tan fácilmente. Lo que una madre ha hecho por nosotros en tantos años es imposible de olvidar, y tanto cariño no se cambia por nada.
De la comparsa "El vapor" (1997)...

Y otra de "La catedral del mar" (2008)...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido gato, gracias por traerme un pedacito de mi andalucia,te leo mucho y me gusta tu sensibilidad. Soy de un pueblo de andalucia y me gustan sus carnavales. muchos besos. sigue como hasta ahora

Gato en Caldera dijo...

Muchas gracias por tus palabras! Seguiré mostrando un pedacito de estas tierras mientras estemos de carnaval...y después también! Intentaré seguir como hasta ahora, o mejor si puedo.

Saludos!

Ego... dijo...

De nuevo lloro. Mierda!¿Que me pasa? ¿Seran las voces que se desgarran a ratos en las comparsas? ¿Las verdades que dicen?
oju!!!!