miércoles, 24 de diciembre de 2008
Volveré pronto...
martes, 16 de diciembre de 2008
Lo mejor de ser humano
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Rimas de una vida cualquiera
Niñez rima con madurez, y aunque parezcan como agua y aceite, creo que sendas partes se llevan bastante bien. Para madurar tienes que ser niño. Tienes que dejarte querer y no parar de aprender. La niñez en la madurez existe, y por supuesto la madurez en la niñez también. Y en cierto modo es lo que te ayuda a seguir adelante, a seguir abriéndote camino.
Camino rima con amigo. Esto es algo en lo que hay que detenerse y meditar. Los amigos van cambiando a lo largo de la vida, pero al mismo tiempo todos seguiremos siendo los mismos. Si tienes suerte, cuando menos te lo esperas te encuentras con alguien que te va a acompañar el resto de tu vida dándote su apoyo y brindándote la gran mayoría de recuerdos que conservarás de mayor. Trata bien a los amigos e intenta contarlos únicamente con los dedos de una mano. Hay que reservar la otra mano y los pies para contar al resto de colegas.
Fuerte rima con suerte. ¿Creeis en la suerte? Yo sí, sin dudarlo. Por ejemplo, yo pienso que tuve mucha suerte al nacer donde nací. Lo que no existe es la búsqueda de la suerte, pues es imposible saber dónde la puedes encontrar. En eso consisten las reglas. Pero la suerte no corre siempre de tu lado y, en esas ocasiones, de nuevo se requiere sanar y volver a empezar.
martes, 9 de diciembre de 2008
Allá donde no llega la vista
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Decisiones
1. Suena el despertador. Decides ir espabilándote mientras estás "estirazándote" (dedicado a la niña del finde de los palabros) o dejarte dormir un poquito más.
- Decisión aplazada. No es el momento de hacer eso. Acuéstate y habla con tu almohada. Mañana será otro día lleno de decisiones.
lunes, 24 de noviembre de 2008
Acariciando el cielo (Día 3)
Al mirar hacia atrás vimos la misma estampa que el primer día: un gran peñasco cubierto de nieve por el que atravesamos dos veces. Pensar que habíamos pasado por aquel escollo nos hacía sentir orgullosos, pero aún más cuando nos percatábamos que ese pequeño reto constituía sólo un 15% de toda nuestra aventura. La sensación de superación de uno mismo hacía que por momentos el dolor se conviertiera en un triunfo. Podías llegar hasta el punto de disfrutar de él, pues era incluso merecido.
Soltar las mochilas en el suelo, unas fotos, unos abrazos, y 3 sonrisas de satisfacción que hacían sombra a todos los peregrinos que ese fin de semana se asomaron a la vía de las acequias. Un brillo especial de orgullo en nuestras caras tenía que ser evidente, pues la gente nos miraba con cara de asombro. Fue algo que no dejó de llamarme la atención cuando llegamos a senderos practicables para cualquier familia que desee echar un día silvestre. Pero sin duda, lo mejor fue la recompensa final: una fría y escarchada cerveza que nos tomamos en Granada para celebrar nuestro "reto conseguido". Y es que, como me gusta decir, "creo que lo mejor del montañismo es cuando te tomas la cerveza para celebrar que has hecho cumbre".
"¿Hemos vencido a un enemigo? A ninguno, excepto a nosotros mismos. ¿Hemos ganado un reino? No, y no obstante sí. Hemos logrado una satisfacción completa, hemos materializado un objetivo. Luchar y comprender, nunca el uno sin el otro, ésta es la ley." – George Mallory
lunes, 17 de noviembre de 2008
ACARICIANDO EL CIELO (día 2)
Día 2. Del refugio de Poqueira al Mulhacén (y de vuelta al refugio)
Al igual que la despedida del sol de la noche anterior fue un momento espectacular, su regreso no podía ser menos. Ver el sol aparecer tras la montaña dando los buenos días a sus inquilinos fue una imagen que no olvidaré. Tras comentar con el guarda las mejores vías para subir al picacho nos calzamos las raquetas y comenzamos con el que sería el día más duro de nuestro viaje: superar 2000 metros de desnivel para alcanzar la cima y regresar al refugio. Para ello, decidimos ascender por la cara NO y descender por la cara sur.
Al salir del refugio buscamos el valle para dirigirnos a las grandes lomas de la cara NO y subir por ese camino. El estado de la nieve era bueno en la mayoría de los tramos, pues el calor del sol no había hecho todavía efecto sobre ella. Cuando caminas por un valle nevado lo más problemático es la gran cantidad de nieve que allí se acumula, y viendo las dificultades que teníamos para avanzar decidimos ir cogiendo altura por una empinada pala que nos llevara hasta una mejor posición. Pero no fue fácil. Las grandes pendientes y el espesor de la nieve hacía que en algunos pasos te hundieras hasta las rodillas. Y lo peor venía cuando intentabas salir de ese agujero, pues, al igual que las arenas movedizas, intentar salir de ahí supone aplicar una gran cantidad de fuerza sobre la otra pierna, la cual acababa también hundida en la nieve. Intentar salir de aquí era una odisea, y cada vez que probabas un nuevo método tu cuerpo se hundía cada vez más. Al final, la ayuda de un compañero se hacía indispensable para no quedar atrapado.
Rápidamente cogimos el mapa y vimos que, detrás del punto en el que nos encontrábamos, había un valle. ¡Horror! Eso significaba que todo lo que habíamos subido había que bajarlo por la cara opuesta para atravesar el valle y enfrentarmos a la verdadera cara NO del Mulhacén. De confirmarse nuestras predicciones, los tres pactamos que abandonaríamos la ascensión, pues no tendríamos suficientes fuerzas para subir y después bajar. Es curioso cómo los montañeros sólo piensan en sus fuerzas para llegar a la cumbre, descuidando cualquier reserva de energía para un duro descenso. No teníamos nada que perder, así que decidimos proseguir nuestro camino hasta el punto más alto y divisar lo que nos esperaba detrás. Una vez allí, decidiríamos qué hacer con nuestro viaje.
Al seguir subiendo por unas escalonadas rocas desnudas de nieve por su abrupta forma, divisamos al fondo lo que parecía ser la cima. Pero nada más lejos. Media hora más subiendo por una suave loma las perspectiva nos jugó otra mala pasada. Estábamos muy cerca de otro pico, conocido por Mulhacén II por su parecido y por la gran confusión que produce a los montañeros al verlo. Nosotros también caimos en su trampa. "¡Señores! Este tampoco es el gran picacho. Está detrás, más arriba todavía!" Supongo que la falta de oxígeno en la atmósfera hizo que no nos afectara tanto. Nos pusimos las pilas y seguimos caminando sobre el manto.
Éramos las tres personas que, por ese día, se encontraban en el punto más alto de nuestro país. Y eso nos hacía sonreir. Nos abrazamos y nos quedamos en silencio. El aire se aplacó, y recuperamos el aliento. La cara norte era brutalmente escarpada, y mirar por sus barrancos te producía un fuerte temblor de piernas. Al NO, el Veleta, y al NE, la Alcazaba. Las imágenes nos transportaban a otro sitio. Yo creía no estar en Granada, pues siempre había asociado esos paisajes nevados a grandes montañas como la diosa Everest. Pero nada más lejos. Al girarnos y contemplar la cara sur, podías ver perfectamente la silueta de la costa de Granada y Almería, bañada por sus aguas mediterráneas hasta que el horizonte las hacía desaparecer. Permanecimos en silencio un buen rato.
Nuestras piernas se hundían en la nieve medio metro y hacía que temíeramos en cada paso que dábamos. Las peores circunstancias se unieron y se nos mostraron de cara. La montaña nos tenía reservada esa sorpresa y teníamos que enfrentarnos a ella. Cada paso nos hacía temblar las piernas. Estábamos rotos. Ya no éramos tres. Era tal la presión que sentíamos que en muchos momentos notabas en tu piel el verdadero sentido de la supervivencia. Para colmo, en uno de los peores tramos del descenso, me hundo más allá de las rodillas y me quedo atrapado. No puedo salir. Y cada intento que hago para escapar hace que siga enterrándome de nieve cada vez más. Me apoyo en los bastones fuertemente y empujo hacia arriba. Buenas noticias: estaba liberado. Malas noticias: oigo un crujido y me doy cuenta que mi raqueta se ha desprendido de mi zapato. En una pendiente de tal calibre y en esas circunstancias lo peor que te puede ocurrir es tener problemas con el material técnico. Me detengo y miro a mis compañeros, pero no pueden hacer nada. Cada uno seguía su ritmo y habían cogido ventaja. Tras un gran esfuerzo logro calzarme de nuevo la raqueta y decido proseguir mi camino de bajada. Lo peor había pasado, y las piernas fallaban cada vez más. Afortunadamente, concentraba toda mi atención en cada paso y, después de una hora descargando adrenalina al máximo, alcanzo la meseta que me llevaría hasta el refugio. Mi compañero esperaba en la entrada. Llegué exhausto, nos miramos, y no dijimos nada. Estoy seguro que cada uno pensó en el gran reto que acababa de superar. Pero allí estábamos, vivitos y coleando de euforia por haber alcanzado el techo de la península en circunstancias extremas.
Una vez recuperados nos metimos cada uno en su saco. "¡Buenas noches y a descansar, que todavía queda el descenso hasta el coche...otros 1000 metros de desnivel!". La respuesta inmediata a este comentario fue: "Sí, pero hemos estado en el pico más alto de la península". Los tres reaccionamos con un ligero resoplido de aire, producto de la sensación de satisfacción. Hasta mañana.
Fotos en www.andaresgratis.tk
viernes, 14 de noviembre de 2008
ACARICIANDO EL CIELO (dia 1)
Después de un buen rato caminando, la nieve comenzó a hacer acto de presencia. La pendiente se endureció. Y al salir de los grandes cañones por los que avanzábamos, nuestra vista se cegó de grandes picachos cubiertos de nieve. Nos miramos los tres y sonreímos sin decir nada. Las vistas eran preciosas, y todos sabíamos que nuestra ruta no había hecho más que comenzar.
Frente a nosotros se alzaba una gran pared vertical blanca, y el mapa indicaba que detrás de ella estaba el refugio. No habíamos avanzado mucho -verticalmente hablando- así que rápidamente nos dimos cuenta de que el tramo restante era el de mayor dureza (y la estampa ante nuestros ojos no decía lo contrario). Lentamente avanzábamos en silencio, con el único telón de fondo de nuestros pasos hundiéndose en la nieve, los jadeos del gran esfuerzo que estábamos realizando, y un pequeño zumbido del aire que nos recordaba constantemente que estábamos echando un pulso a la montaña: ¡tened cuidado en cada paso!
"¡Buenas noches!", dijimos a las diez de la noche. Pero no fue así. Chuki me despertó sobre las doce de la noche para asomarnos al balcón. El frío que hacía despareció al ver lo que teníamos delante de nuestros ojos: una luna radiante iluminando el manto blanco de nieve; un montón de preciosas estrellas que brillaban como en mi vida las había visto; una silueta negra del picacho que teníamos en frente; y una paz y tranquilidad que te hacía desconectar del mundo. Sólo nosotros... y la montaña. El silencio. Ahora sí, "hasta mañana", y cada uno a su saco.
PD: podeis ver las fotos en www.andaresgratis.tk (Mulhacen)
sábado, 8 de noviembre de 2008
Bienvenidos !!
Con este video presento este blog Gato en Caldera. Una amiga me animó a que hiciera uno, y aquí está. No pretendo contar mi vida aquí, aunque sí algunas experiencias. Este blog sólo es un sitio en el que cuento todo aquello que se haya dignado a entrar en mi cabeza y haya hecho un pequeño centrifugado en ella. Cada persona es un mundo -dicen por ahí- y todos tienen su particular manera de interpretar las cosas: cada uno entiende sólo lo que quiere o puede entender.
Gato en Caldera no es más que un cómico y simple reflejo de lo que representa el vídeo de nuestro amigo Homer, y es que cada uno entiende sólo lo que quiere o puede entender. Por ello, ¿por qué no dejar huella de todo aquello que entre a mi cabeza? ¿por qué no expresarlo y compartir -o rebatir- puntos de vista? Pues a ello voy. En este blog plasmaré todo ese batiburrillo de cosas que pienso, que algún día comenté a alguien, o que alguna noche me acompañó junto a mi almohada. Cada entrada será un mundo.
Bienvenidos y a ver cuán lejos llegamos!