sábado, 31 de enero de 2009

Tras el antifaz...UNA MADRE

Si tuvieramos una memoria aún más envidiable de la que tenemos, sería precioso recordar el cariño que vamos acumulando a una madre. Te da de beber y comer en su vientre, te arropa con su voz y calor, te cría y soporta tus patadas. Y como no podía ser de otra manera, el primer abrazo que recibes es el de ella. Casi de manera mágica, nada más nacer tu ya sabes que es ella.

¿Qué sería de nosotros sin una madre? Nos alza la cabeza cuando miramos al suelo. Nos abraza con una toalla cuando salimos de la ducha. Nos acaricia cuando nos quedamos dormidos en su regazo, y ni se mueve por tal de no despertarnos. Nos arropa cada noche y nos besa la frente. Riñe a los perros si nos ladran. Es capaz de cualquier cosa por hacer que nos sintamos bien: pega a una mesa si nos tropezamos con ella y a cualquier mueble que ose a poner sus vetas sobre nosotros. Y también nos grita si es necesario. Pero segundos después nos toca con sus palabras más dulces. Nos cambia la leche de vaso si está ardiendo, y se presta a ponernos una cena exclusiva para nosotros si no nos gusta el plato. Nos lleva a los sitios cuando llueve, y cuando regresamos nos espera con ropa recién lavada, que aún huele a suavizante, y que ha tenido sobre el brasero para que esté calentita. Nos cuenta cuentos por las noches, duerme a nuestra vera, y deja entrepasar los rayos de la luna entre la persiana para que no nos sintamos solos. Nos unta crema a mansalva durante el verano, y nos forra con ropa en invierno hasta alcanzar un calor corporal de 40 grados. Pero si nos ponemos malos es la primera que nos deja en la cama hasta el mediodía, con pensión completa y barra libre en televisión. Nos seca las lágrimas cuando no conseguimos resolver un problema de matemáticas, y llora con nosotros cuando le regalamos una simple tarjeta en la que pone "te quiero mamá". Cambia todos sus planes si con ello gana unos minutos más de nuestra compañía. Madruga para prepararte el desayuno y trasnocha hasta que nos ve soñando con la luna, porque sino, no descansa. Sufre por nosotros y sufre con nosotros. Pero también llora, ríe, comparte y siente con nosotros y para nosotros. Nos echa de menos por las noches y, ¿por qué no?, también se harta de nosotros de vez en cuando. En definitiva, vive para nosotros.
Pero el tiempo pasa, crecemos, y nos toca hacer las maletas. Es algo que irremediablemente tiene que pasar así. Y por mucho que se empeñen en decir que ya no las queremos, las cosas no cambian tan fácilmente. Lo que una madre ha hecho por nosotros en tantos años es imposible de olvidar, y tanto cariño no se cambia por nada.
De la comparsa "El vapor" (1997)...

Y otra de "La catedral del mar" (2008)...

viernes, 30 de enero de 2009

Tras el antifaz...DERECHO A MORIR

¿Estamos obligados a vivir? Pues parece que sí. Es una pregunta que no nos hacemos muy a menudo, pues no tiene mucho sentido. Pero si nos detenemos a pensar un poco, incluso podemos llevarnos una sorpresa. Es obvio que todo el mundo quiere vivir; pero eso no responde a mi pregunta. Son cosas totalmente distintas...
Desde que nacemos estamos luchando constantemente por mantenernos en vida. Ya sea con algún tipo de reflejo innato en la infancia, o con la necesidad de buscar trabajo para poder sobrevivir en la adultez, nuestra principal menta es seguir con vida y satisfacer las necesidades básicas que nos impidan morir. Se podría ver como una obligación, ya sea genética o social, de vivir. En nuestra sociedad, por el mero hecho de nacer, te cuelgan unos derechos para vivir dignamente (lejos de lo que en realidad ocurra). Tu tarea en este mundo es una: vivir. Cómo lo hagas, es cosa tuya. Pero, ¿y si no quieres vivir? ¿Qué pasa si estás cansado de vivir o no tienes fuerzas para seguir luchando por las circunstancias en las que te encuentras? Yo creo que si tenemos derecho a vivir, ¿por qué no tenerlo a morir?

Hay personas que se empeñan en no otorgar de tal libertad a la gente que, por un motivo u otro, su principal meta en su vida es morir. Hablo de la eutanasia. ¿Quién se cree que es nadie para quitar el derecho a morir dignamente? "Si no estoy muerto ya es porque yo no puedo hacerlo; no puedo moverme ni tan siquiera". Esta gente necesita ayuda de otros, dependen enteramente de terceras personas para todo: comer, respirar, vestirse, lavarse,... incluso para morir si lo desean. Pero no es así. Parte de la sociedad obliga a esta gente a estar encerrados todo el día en el mismo sitio, en la misma cama, en su mismo cuerpo que ya no vive. Me gustaría ver a los que prohiben la eutanasia en esta situación. ¿Creéis que pensarían lo mismo?

Este debate es más sencillo de lo que parece. Y es que una persona con plenas facultades mentales te está pidiendo desesperadamente que le ayudes a morir, porque él sólo no se basta. Dejarlo en vida es una tortura para él, pero tú te piensas que lo estás ayudando. No paras de lanzarte flores por estar cuidando constantemente de una persona que necesita cuidados para todo. Eres el héroe del barrio, el que más lástima da. Pero, si tanto lo quieres, ¿por qué no le ayudas a hacer lo que él realmente quiere?

Y la historia no acaba ahí, pues otro problema surge cuando, tomada la dura decisión, te das cuenta que sobre tí puede caer el peso de la ley por hacer tal cruel barbaridad. Realmente indignante. ¿Cómo puede ser una asesino alguien que está salvando vidas? "Reza diez padrenuestros", "vela por su vida",... Tonterías y más tonterías. ¡Dejad de recetar padrenuestros y dar dosis de sueño eterno!

No es un tema del que esté realmente inspirado para escribir en estos momentos. Pero sigo con mi revisión carnavalera y ahí va un tema de "La niña de mis ojos" (2001). Es realmente bueno.

miércoles, 28 de enero de 2009

COMIENZA EL ESPECTÁCULO


Ya ha dado comienzo la fiesta del dios Momo, ese personaje de la mitología griega personificación del sarcasmo, las burlas y la agudeza irónica. En Cádiz ya huele a carnaval, y todos los aromas que emergen del Gran Teatro Falla inundan de gracia y poesía todas sus calles. Las celebraciones que más pueden haber influido en el origen de estas fiestas son las de los romanos en la época de esplendor del Imperio, cuando en honor del dios Baco, el dios del vino, las gentes estaban durante días en una fiesta que compartían como iguales junto a los esclavos, algo que únicamente sucedía durante esa celebración.

Me considero un gran amante de estas fiestas, aunque en particular me decanto por el concurso de agrupaciones gaditano. Desde pequeño he disfrutado del gran entusiasmo con que los grupos brindan sus mensajes en forma de poesía cantada. Como podeis notar, mis preferencias por este carnaval se centran en las comparsas. En Cádiz, esta es la modalidad más comprometida y, a diferencia de las chirigotas, se centran más en temas sociales que en hacer reir. La gran variedad de voces, la riqueza de sus letras y el sentimiento de su música es lo que más apasiona a sus seguidores. Y ya que estamos en época de Momo, me brindo a dejar reseñas en este blog de aquellas letras que más me han llenado a lo largo de estos años. En este blog también es carnaval!

Y comienzo con la comparsa Los Piratas (1998)...


Y tristemente este tema sigue siendo actualidad once años después. Vergüenza siente nuestro país por tener que llorar tan a menudo la pérdida de mujeres a manos de tan cobardes hombres. Y más pena da cuando la justicia carga contra ellas cuando su miedo, desesperación y angustia arremete contra la peor de sus pesadillas. Son temas en los que sobran las palabras...

jueves, 22 de enero de 2009

LA VIDA VALE VIDA

En esos momentos que todo va mal pareces perder el sentido de la realidad. El tiempo pasa despacio. Incluso parece no pasar. Tu mirada se pierde en el infinito, mirando algo que no existe pero que estas convencido que puedes ver. Sentado con tus brazos sobre las piernas no mueves ni un ápice de tu cuerpo. Hasta la respiración parece acompañarte con un ritmo tedioso, como sin querer molestarte en nada. Tus pensamientos se entrelazan unos con otros, y acabas por pensar que tu principal preocupación es una tontería, pues asumes que tienes muchas más, cada una peor que la anterior. Como una bola de nieve, un mal sentimiento arrastra a otro, y tu malestar se va sumando. Entre tanto, pareces parpadear un poco. Es lo único que te devuelve mínimamente a la realidad. ¡Qué iluso que soy! La realidad a la que crees volver es, en verdad, la ficción. Todo vuelve a empeorar, pues te das cuenta que la realidad -propiamente dicha- era la que estabas experimentando segundos antes con tu mirada puesta en el infinito. Durante el día a día no paramos de maquillar nuestros pensamientos y sentimientos, y sin embargo lo llamamos realidad. Pero soy de los que piensa que no hay más realidad que la que ves cuando estás absorto en tu mundo. Eso sí es la realidad. Al resto, simplemente lo llamaría ficción -tu ficción-.

Te apetece realmente desahogarte con alguien, pero en realidad no tienes ganas de hablar con nadie. Lo único que te apetece es seguir machacándote un poco, aunque no tenga sentido, pues ¿qué clase de masoquismo practicamos de vez en cuando con nosotros mismos? No lo se. Pero es verdad que a todo el mundo le pasa. Te detienes a pensar en lo bien que está el resto y en lo mal que te encuentras tú. Quieres mandarlo todo al carajo, aunque no tienes ganas ni de eso. Quizás mañana sea otro día, te dices a tí mismo. Pero cuando llegas a la cama la cosa empeora. En medio de la oscuridad todo parece peor, más triste, más preocupante y sin salida. Además, lo más sabio que se te ocurre en esos momentos en poner en la radio cualquier emisora de música instrumental que acabe por poner ritmo melancólico a los últimos minutos de tu pésimo día. Tu único deseo por ahora: soñar con algo más ameno, con una tercera realidad -o como quieras llamarla- y, sobre todo, con un despertar feliz la mañana siguiente. ¿Será así? No lo sabemos. Menos mal que tu cerebro guarda algo de coherancia en algún rinconcito de tu mente y, por fin, cuando menos lo esperas, decide por tí cerrar los ojos, cambiar las ondas cerebrales, y acabar con esos pensamientos machacones que le has impuesto durante horas.




Joe! Que triste suena todo! Pero hay una fórmula casi mágica que te ayuda sobremanera a mejorar las cosas. No dejes que ningún pensamiento negativo invada tus ideas durante el día, y mucho menos durante la noche. Una sola cosa podrá reclutar a un gran ejército y derrotarte en cuestión de minutos. Así, tu día se habrá arruinado. Levántate y grita, canta, salta o baila. Dale un abrazo a quien se encuentre a tu lado, pégale bocados a las paredes, y funde bombillas encendiendo y apagando interruptores de manera casi paranoica. Ilumina tu cara y la de los demás con una media sonrisa siempre en tu rostro. Disfruta de la compañía, del aroma de una taza de café y de los rayos del sol tempraneros. Se fuerte como una marea, pero sin que te arrastre. Lleva la energía de una tempestad, pero sin arrasar con todo. Disfruta cada segundo, cada paso, cada sonido. La vida merece la pena vivirla, aunque suene a topicazo. Los momentos malos se crearon para dar más peso a tus ganas de disfrutar. Llora si quieres, también es sano, pero nunca en soledad. Cierra los ojos y apriétalos fuertemente. Al abrirlos verás puntitos raros en el paisaje. ¿Por qué no disfrutar de cosas tan simples como esas? No nos acostumbremos a las sensaciones caras ni a los disfrutes que nos imponen. En realidad, con lo que verdaderamente disfruta el ser humano es con lo más básico, con lo que aún los gobiernos no han dado con la tecla de poner precio.


Y que te invada la locura; la locura de poder disfrutar hasta con el chirriar de los frenos de un autobús gastado. Aprende de todo en cada momento, y no desperdicies ningún sabio consejo de los que te ofrezcan con el corazón en la mano. Siente cada mirada, cada sonrisa, cada abrazo, cada sensación de cariño, de amor, de respeto... al máximo, como si fuera lo último que fueras a hacer en tu vida. Siente la magia y la energía que te ofrece el simple echo de coger a alguien de la mano.

Pero lo más importante de todos estos buenos rollos es, sin duda, saber compartirlos. Nunca te los quedes para tí y tu soledad, pues acabaremos tal y como empezamos esta entrada. Sin duda, los sentimientos compartidos valen el doble. Señores: me acaban de entrar unas ganas inmesas de vivir la vida a tope, siendo yo, siendo capaz de elegir cuando me siento mejor y cuando me siento super-mejor.

Pero...Uf...acabo de caer en la cuenta que es de noche y mañana será otro día. Y acabo de pensar que, si los días malos se acaban cuando uno cierra los ojos y despierta la mañana siguiente con una nueva oportunidad, ¿por qué no iba a pasar lo mismo con los días buenos? Prentedía terminar esta entrada con esa sensación de buen rollo, pero parece que no todo es tan sencillo. Y quizás eso sea lo más mágico de la vida, pues estamos "condenados" a esta variabilidad en nuestro estado de ánimo -aunque por naturaleza estemos más preparados para saber llevar con fuerza y bienestar cualquier momento-. La vida vale vida, y ni los buenos ni malos momentos nos harán desear el fin de nuestros días. Es muy fácil hundirte en el fango si quieres, pero eso es de cobardes. Con vuestro permiso, échale cojones a la vida y disfruta al máximo, pues, como una apuesta a todo o nada, una vida vale, ni más ni menos, que una vida.

viernes, 16 de enero de 2009

POR SER OPTIMISTA...QUE NO QUEDE

Cuando las cosas parecen que no van de nuestro lado lo mejor es buscar el lado positivo en todo momento. Pero no solo basta con buscar sino también encontrar y hacerlo tuyo. No desesperes; siempre hay algo que te puede alegrar el día.

Si por la noche te despiertas con sed y te das cuenta que tu botella no tiene agua, tranquilo, el cuerpo puede resistir hasta tres días sin beberla. A no ser que te hayas hinchado de palomitas con jamón, tu sueño será capaz de vencer tu sed. Date media vuelta y sigue soñando.


Si por navidad te regalan una mierda seguramente es porque en el patio de tu casa está el pony que tanto ansiabas.

Si al imprimir un trabajillo para tu jefe te falla la impresora, seguramente son señales: el trabajo que has hecho es una porquería; mejor no entregarle nada que entregarle una paparrucha. ¿Un truco? Comprueba la tinta de tu impresora antes de hacer el informe, quizás te ahorres hacerlo!

Si en mitad de la ducha el agua comienza a salir fría, resiste y aguanta el tirón, eso te convertirá en un hombre.
Si te graban con el móvil mientras chupas la barra de un bar porque se te ha derramado tu preciada cerveza, quizás te conviertas en un personaje popular de youtube y acabes trabajando en Buenafuente. Con tonterías como esas comenzaron muchos de los humoristas que hoy hay en televisión...por llamarlo de alguna manera.

Si pisas una cagarruta en la calle, encima estás de enhorabuena, porque dicen que eso da suerte. Siempre he pensado que ese dicho lo inventó alguien que quería darle una recompensa a todos los que pasan por tan duro rato.


Si pierdes jugando a las cartas y te lo echan en cara, sonríele a la vida, porque esa noche ligas seguro. Ya sabes, afortunado en el juego, desafortunado en el amor. ¿Y si una noche eres tú el que ganas a las cartas? Pues no pasa nada, mientras tu colega habla con todas las tías del bar (porque es lo que le corresponde como perdedor), tú tendras la fortuna de reirte de él durante un buen rato.

Si un día pierdes 500 euros (entiéndanme...es un poner...), siempre puedes pensar que eres un afortunado por poder perder eso. Si has perdido dinero es porque lo tenías. ¿Cuánta gente en el mundo hay que no puede perder ni la mitad de dinero? (comentario tipo mauriciano).

Si un día te explota la bombilla de tu flexo y te llevas el susto de la semana, don't worry! Si hubiera explotado el microondas hubiera sido el susto del año. Y sino, vean Brainiac alguna vez.

Si pierdes el autobús siempre puedes invertir el tiempo en suerte. Una vez hice tiempo esperando al siguiente bus y decidí comprar un boleto para la primitiva. La verdad es que no me hice millonario, pero al menos me tocó el reintegro y recuperé lo invertido. Además, lo más importante, es que se me pasó el tiempo sin darme cuenta. ¿Y si me hubiera tocado más? Uf no veas que suerte hubiera sido el perder aquel autobús.

Si regresando a casa te cae el chaparrón del siglo, piensa en lo que vas a disfrutar cuando llegues y te des una ducha de agua caliente. Ese momento es impresionantemente agradable.

Si se te mete en la cabeza una estúpida y pesada canción (por ejemplo, se me clava en los ojos como una espá), intenta sacarle partido a la situación. Siempre puedes cambiarle la letra, cantarla con otro ritmo, o lo más divertido, intentar que se le pegue al que tienes al lado. Una vez torturé a un colega silbando canciones. Cuando menos lo esperaba, todos estaban cantando la misma canción. ¡Ahora que sufran todos con la cancioncita!
Si te atropella un coche...La verdad es que no soy tan optimista como para sacarle algo positivo a esto. Se me ocurre el tema de la indemnización, pero no me convence. Cada uno tiene un límite y, como siempre, los extremos son malos. Ni intentes ver el lado positivo de cualquier desastre ni, de la misma manera, cometas el error de machacarte por cada cosa mala que te pase. Búscale a todo diferentes interpretaciones; escoge la mejor; adáptala un poco; dale la vuelta a la tortilla; y... casi por arte de magia, el día no se irá al carajo. Quizás no sea fácil cambiar la manera de pensar respecto a algún acontecimiento, pero cuando seais capaces de hacerlo, vuestra vida cambiará radicalmente...a mejor, por supuesto. Y si lo hacéis bien, cuando suceda algo realmente positivo, sabréis aprovechar todavía más cada momento de disfrute!
A ser felices se ha dicho !!

lunes, 12 de enero de 2009

HOY NO ME APETECE

Hoy no me apetece escribir en el blog, porque no se sobre qué escribir. No me apetece tomar el sol, porque ya es de noche y se ha escondido (una manera fácil y barata de autoengañarme diciendo que no me apetece tomar el sol...lo hacemos todos los días). No me apetece escuchar flamenco, aunque lo esté haciendo, porque en realidad no se qué tengo ganas de escuchar. No me apetece continuar con la sesión de inglés y el capítulo diario de Friends en V.O., porque ya lo he hecho, y no tengo ganas de saturarme. No me apetece salir a la calle, hace mucho frío. No tengo ganas de trabajar, porque mañana será otro día y hoy hay que descansar un poco también. No me apetece hablar por teléfono largas conversaciones, pero eso no es extraño. No me apetece ver la televisión (me reitero con la misma razón que antes). No me apetecen luces de más de 60W, porque mi cerebro hoy necesita oscuridad y tranquilidad. Y ya que he sacado el tema, no me apetece darle vueltas a la cabeza, porque así está bien, en reposo. No me apetece separarme mucho del brasero, porque su calentito hoy me relaja. No me apetece beberme una cervecita, porque...(bueno, en esto miento). No me apetece charlas en profundidad, incluso ni superficiales, porque sencillamente no tengo ganas de hablar. No tengo ganas de deportes, ni de rutas, ni de montaña (aunque suéltame en mitad del monte y echo a andar rápido). No me apetece que amanezca mañana, porque tengo ganas de noche, pero lo asumiré como impepinable. No me apetece apetecer más cosas de las que necesito, porque siempre he estado en contra de ello. Y no me apetece apetecer cosas que siento...hoy no. No me apetece un escalofrío repentino, porque te desarma cuerpo y alma y te hace regresar a la tierra. No me apetece grandes tumultos, ni ruidos, ni prisas, porque me harían des-apetecer muchas más cosas hoy. No me apetece tocar las palmas, porque las manos bajo la manta están mejor. Y, aunque lo estéis pensando, no me apetece tocar las palmas debajo de la manta, porque es como quitar el sentimiento a una alegría. No me apetecen colores tristes, porque no van con mi estilo. No me apetece un café, porque es tarde y sino no duermo (y mi almohada últimamente tiene muchas ganas de hablar). No me apetece no-calma, no-bienestar, no-yo. No me apetece cocinar, porque tengo los pies fríos. No me apetece ver una peli de ciencia ficción, porque no me gustan. No me apetece apretar una bombilla, porque...no me apetece y punto (pero si lo tengo que hacer, lo haré). No me apetece oler una rosa, porque puede que me guste demasiado su olor. No me apetece mirar el reloj, porque hoy no quiero guiarme por horarios. No me apetece ver ni que me hagan fotos, pero tal vez sí hacerlas, aunque no aquí. No me apetece botar una pelota, porque me puedo quedar 'agarrao'. No me apetecen cartas, en todos los sentidos, ni chinchones, ni correspondencias, ni e-mails. No me apetecen noticias, porque hoy día se ha perdido el sentido de la palabra noticia. Y no me apetece escribir mucho, pero lo estoy haciendo. Lo que sí me apetece es jugar un rato con Kiwi, ese feliz personajillo que te arranca una sonrisa en el peor de tus días.

Y estaréis pensando, ¿qué te pasa hoy? Pues nada. En realidad estoy genial, me siento bien. Simplemente, me apetece escribir de lo que no me apetece.

Kiwi a la entrada de su cálido hogar

viernes, 9 de enero de 2009

USA PROTECTOR SOLAR





Pincha sobre "Play" para ver el vídeo. La transcripción es la siguiente:


Señores y señoras usen protector solar. Si pudiera ofrecerles sólo un consejo para el futuro, sería éste: Usen protector solar.

Los científicos han comprobado sus beneficios a largo plazo mientras que los consejos que les voy a dar, no tienen ninguna base fiable y se basan únicamente en mi propia experiencia. He aquí mis consejos:

Disfruta de la fuerza y belleza de tu juventud. No me hagas caso. Nunca entenderás la fuerza y belleza de tu juventud hasta que no se haya marchitado. Pero créeme, dentro de veinte años, cuando en fotos te veas a ti mismo comprenderás, de una forma que no puedes comprender ahora, cuántas posibilidades tenías ante ti y lo guapo que eras en realidad. No estás tan gordo como imaginas. No te preocupes por el futuro. O preocúpate sabiendo que preocuparse es tan efectivo como tratar de resolver una ecuación de álgebra masticando chicle. Lo que sí es cierto es que los problemas que realmente tienen importancia en la vida son aquellos que nunca pasaron por tu mente, de ésos que te sorprenden a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera.

Todos los días haz algo a lo que temas. Canta. No juegues con los sentimientos de los demás. No toleres que la gente juegue con los tuyos. Relájate. No pierdas el tiempo sintiendo celos. A veces se gana y a veces se pierde. La competencia es larga y, al final, sólo compites contra ti mismo. Recuerda los elogios que recibas. Olvida los insultos (pero si consigues hacerlo, dime cómo hacerlo). Guarda tus cartas de amor. Tira las cartas del banco. Estírate. No te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres de la vida. Las personas más interesantes que he conocido no sabían qué hacer con su vida cuando tenían veintidós años. Es más, algunas de las personas que conozco tampoco lo sabían a los cuarenta.

Toma mucho calcio. Cuida tus rodillas sentirás la falta que te hacen cuando te fallen. Quizá te cases, quizá no. Quizá tengas hijos, quizá no. Quizá te divorcies a los cuarenta, quizá no. Quizá bailes el vals en tu setenta y cinco aniversario de bodas. Hagas lo que hagas no te enorgullezcas ni te critiques demasiado. Optarás por una cosa u otra, como todos los demás.

Disfruta de tu cuerpo. Aprovéchalo de todas las formas que puedas. No tengas miedo ni te preocupes por lo que piensen los demás porque es el mejor instrumento que jamás tendrás. Baila, aunque tengas que hacerlo en el salón de tu casa. Lee las instrucciones aunque no las sigas. No leas revistas de belleza pues para lo único que sirven es para hacerte sentir feo.

Aprende a entender a tus padres. Será tarde cuando ellos ya no estén. Llévate bien con tus hermanos. Son el mejor vínculo con tu pasado y, probablemente, serán los que te acompañen en el futuro. Entiende que los amigos vienen y se van pero hay un puñado de ellos que debes conservar con mucho cariño. Esfuérzate por no desvincularte de algunos lugares y costumbres porque, cuando pase el tiempo, más los necesitarás. Vive en una ciudad alguna vez pero múdate antes de que te endurezcas. Vive en un pueblo alguna vez pero múdate antes de que te ablandes.

Viaja. Acepta algunas verdades ineludibles: los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán y tú también envejecerás. Y, cuando seas viejo, añorarás los tiempos en que eras joven: los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los niños respetaban a los mayores. Respeta a los mayores. No esperes que nadie te mantenga pues tal vez recibas una herencia o, tal vez te cases con alguien rico pero, nunca sabrás cuánto durará. No te hagas demasiadas cosas en el pelo porque cuando tengas cuarenta años parecerá el de alguien de ochenta y cinco.

Sé cauto con los consejos que recibes y ten paciencia con quienes te los dan. Los consejos son una forma de nostalgia. Dar consejos es una forma de sacar el pasado del cubo de la basura, limpiarlo, ocultar las partes feas y reciclarlo dándole más valor del que tiene. Pero hazme caso en lo del protector solar.


El texto es una columna de María Schmidt, publicada el 1 de junio de 1997 en el Chicago Tribune.

jueves, 8 de enero de 2009

10 LOVE & 10 HATE

1. Cada vez me gustan más los domingos en los que despierto escuchando llover en la calle, agazaparme de nuevo entre las sábanas y cerrar los ojos mientras retomo el sueño...Pero odio cuando no soy capaz de retornar al dulce sueño en el que me encontraba. Vaya! Es lunes, está lloviendo, hace frío y me queda una mañana intensa en la que tengo que aguantar un tráfico insoportable que hará que llegue más caliente al trabajo y no consiga ver avanzar mi reloj. Eso sí que lo odio.

2. Pero me encantan los días pijameros (si son de lluvia mejor), esos en los que estás todo el día detrás de una fuente de calor con tu pijama encima. Aquellos en los que compartes un café con una agradable charla con alguien, lees un libro, ves una película, y todo es sensación de frescor en tu cerebro. Pero odio esos días en lo que todo son prisas, en los que si invirtieras todo el tiempo que pasas mirando el reloj, otro gallo cantaría. Los días de carreras por los pasillos, de reunión en reunión, de tarea en tarea; en los que no tienes ni un minuto para cruzar una dulce palabra con tus mejores compañeros y, mucho menos, compartir el aroma de un café calentito mientras charlas de cualquier historia vanal. Esos días los odio.

3. Amo las charlas filosóficas, o de cualquier tema abordado con razones y justificaciones profundas, lejos de la superficialidad. Ya sean en una cafetería, en la tranquilidad de un piso, o incluso por internet, me encanta discutir sobre algún tema (cualquier tema), con un grado más de compromiso y uno menos de conformismo. Pero odio cuando la conversación se torna a gritos, alboroto, discusión e imposición de turnos e ideas. Por definición, eso no es conversar. Odio que la gente piense que por gritar más van a tener más razón. Y odio razones simples, irreales y pobres para justificarse.

4. Pero me encanta la compañía...la buena compañía, sin necesidad de estar hablando. Si seguíis este blog ya sabréis que soy de los que pienso que se puede tener una cálida y profunda conversación en el más profundo y absoluto silencio, siempre y cuando sea entre dos buenos amigos. Una mirada basta, un gesto basta, y una sonrisa basta para saber lo que el otro está pensando. Y cualquier respuesta es válida para considerarse como 'entendido el mensaje'. Pero odio las situaciones tensas, las situaciones incómodas, en las que el silencio se clava en tu piel irritándote mientras buscas cualquier tema de conversación de la que poder sacar provecho y poder pasar el tiempo. Uf cuanto odio les tengo!

5. Y ya que estamos; me encantan las miradas. Una mirada dice muchísimo más de lo que la gente piensa. Me encanta aguantar la mirada a las personas que me gustan, y me gusta mucho más que me la devuelvan. Es como un juego en el que pierde quien retire antes sus ojos. No os imagináis cuanto mensaje hay oculto detrás de una mirada sincera. Quizás esto se merezca una entrada aparte en el blog... Y odio las miradas ocultas, las miradas que no son miradas, aquellas que traen nada más que misterio, odio y rencor, y aquellas otras que no aguantan más que milésimas de segundo en contacto con la tuya.
6. Me encanta la cercanía de la gente, su simplicidad, el tacto de unos con otros. Eso denota sinceridad y compromiso. Me encanta amanecer acompañado, que me toquen en el hombro, que acompañen una conversación con gestos y ¿por qué no? que mis manos choquen con las de la persona que quiero dentro del cubo de palomitas. Pero odio los malos gestos, los golpes sucios, los golpes bajos, lo áspero del tacto de la gente que huele a mentira, a falsa y a hipócrita.
7. Me encanta la naturaleza, la montaña, la playa y el aire fresco. Amo el silencio de la naturaleza y, al mismo tiempo, el cuantioso ruido de la tranquilidad...que llega a ser desesperante si no la sabes escuchar bien. Me encanta el verde del bosque, el blanco de la nieve, el frescor de los ríos, la pureza del aire. Y me encanta sentirme en medio de ella, abrazado por lo más natural que hay en este mundo. Pero odio la gente que lo confunde con temeridad. Odio la gente que se aprovecha del medio ambiente, que le daña, que no disfruta con él, y que no sabe aceptar todo lo que ha hecho por nosotros. Odio los que no tienen respeto por la naturaleza, los que a nada temen, y los que más sensibles son.

8. Me encanta dormir, hablar con la almohada, la soledad de la noche, los ruidos del viento, la luz de la luna, la compañía en la cama. Es cuando más me siento yo; cuando más hablo conmigo. Me encantan los diez minutos antes de cerrar los ojos, en los que aclaro ideas, o bien las confundo más. Esos diez minutos en los que puedes sentirte a tí mismo conversar con otra persona, sonrerir intentando disimular la carcajada, llorar intentando ocultar el llanto, y ver intentando engañar a la oscuridad. Pero odio la gente que ... no se. Creo que odio la gente que no sabe sacar provecho de la belleza de la noche y que, aún más, se aprovecha de su oscuridad para hacer daño.


9. Me encanta amar y ser amado, devolver un gesto y que me lo devuelvan, acariciar y ser acariciado, ver pasar el tiempo y que otros lo gasten conmigo, compartir emociones y que otros las comprendan, abrazar y ser abrazado, ¿por qué no? llorar y secar lágrimas,... Pero odio aquellos que dicen odiar todo esto por mera fachada, por aparentar ser otros. No son ellos. Odio la falsedad, como he dicho, y confundir dureza con sinceridad, confundir sentirse hombre o sentirse mujer con vanales tópicos de la sociedad. Odio aquellos que dicen no sentir, no amar, no sonreir, no disfrutar, no llorar, no abrazar.

10. En definitiva...amo amar, y odio odiar.