martes, 9 de diciembre de 2008

Allá donde no llega la vista

Constantemente nos preguntamos por las cosas que no podemos ver. Hace poco tiempo me preguntaba una amiga por lo que podría haber más allá del horizonte; más allá de una línea horizontal que delimitaba mar y cielo. La respuesta fue muy fácil, pues hoy día hay mapas que te indican la respuesta de manera acertada. Pero, ¿y si no fuera tan sencillo? Ambos sabíamos que detrás se encontraba el continente africano y, sin embargo, nos quedaba un residuo de duda que hacía preguntarnos por la relatividad. Pero no nos quedemos con el significado más generalizado cuando hablo de la vista, pues una buena vista sin conocimiento limita nuestras intenciones, y un buen conocimiento sin vista limita nuestro progreso.


Allá no llega la vista no tiene porqué quedar restringido al espacio físico, sino que se extiende mucho más allá. Y es que si pudiéramos ver las emociones, por ejemplo, o los sentimientos de la persona que tenemos enfrente, todo sería mucho más fácil. ¿Creeis lo mismo? Yo no. Tener más vista, en el sentido que ahora estamos hablando, creo que nos restaría felicidad y madurez. Pienso que muchas de las cosas más bonitas -y que no apreciamos lo suficiente- es el misterio de la incertidumbre en el mundo de la emoción. Aunque indirectamente somos capaces de intuir el estado emocional de terceras personas, un pequeño porcentaje de nuestra reacción emocional en esta situación queda reservado a la duda, a la incertidumbre de un posible error que podamos estar cometiendo en nuestra interpretación. Y a veces, este pequeño porcentaje es suficiente para echar por tierra cualquier conclusión que extraigamos. La duda tiene mucho más poder que la convicción en el campo de los sentimientos. Crees saber lo que siente una amiga por tí, y te sientes seguro de ello. Pero, de repente, cualquier atisbo o indicio de comportamiento hace juzgar tus creencias y te hace entrar en un bucle que acaba por destrozar aquello de lo que estabas plenamente confiado. ¿Qué está pasando? ¿Por qué actúa así ahora? ¿Por qué ha reaccionado de esa manera? ¿Estará cambiando algo? No...siempre ha sido así. Solo era yo, que estaba equivocado. Me inventé un mundo y ahora me doy cuenta que es irreal.


Allá donde no llega la vista también representa la mayor duda que, en mi opinión, ha tenido en vilo a la humanidad desde que el mundo es mundo -y desde que el mundo, está empezando a no ser mundo-. ¿Qué hay detrás de la vida? ¿Qué hay tras la muerte? Allí, obviamente, no llega la vista. Pero es que nisiquiera sabríamos donde mirar. Es una gran pregunta que no se responde aprentando los ojillos y afinando nuestro objetivo. Cuando pierdes a una persona cercana y muy querida, el mundo queda reducido (o mejor dicho, tu mundo queda reducido). Tres años y dos días después me lo sigo preguntando, la sigo añorando, me sigo preguntando donde estará y si se acordará de todas las personas a las que les arrebató una porción de su razón de vida. Allí no llega la vista, pero nuestra convicción de que nos está observando es suficiente...o no...porque me enoja no poder verla a ella. Seguiremos confiando en los sueños, donde sí puede llegar la vista y disfrutar de nuevo con su compañía. In memoriam; te sigo recordando.


Allá donde no llega la vista implica también el futuro, incluso con un buen condensador de fluzo a pleno rendimiento. Ni sabiendo que mi vertiente laboral se está definiendo cada vez más me puede dar la convicción de que no acabaré descabezando sardinas en una empresa pesquera de Osaka. ¿Por qué no sería posible? Muchas veces me he preguntado por mi futuro, y me hubiera gustado saber fielmente qué sería de mí dentro de 10 años. Pero cuando piensas fríamente te das cuenta que es mejor no saberlo. Le resta importancia e intriga a mi día a día, y acabaría por perder el sentido. A ese lugar no llega la vista; pero pienso que es mejor que no llegue nunca.


Allá donde no llega la vista es, simplemente, más allá de la pared que tenemos enfrente. Me encantaría atravesar con mis ojos todas las barreras posibles y aplicar un zoom extraordinario para ver a mucha gente, pero es imposible. Nos conformamos con disponer de una conexión a internet y enchufar una cámara. Y si no nos alcanza la vista para comprender las intenciones y pensamientos del que tenemos delante, no pretendamos atravesar kilómetros de distancia para ver una cara. Aunque esto sí que se anhela muchos días: aquellos en los que las nubes sellan tu motor de vida.

Y es que un lugar donde llega la vista es a las personas. Si no fuera así, ¿qué sería del ser humano? Todos los días grises te alegra ver la cara de una persona a la que quieres (aunque ni sepas si es recíproco el sentimiento); y más aún, nuestra única pretensión en muchas ocasiones es ver una cara; una cara que representa algo que tú compartes, o algo que desearías compartir. Allí sí que alcanza la vista, y esos cosquilleos y sensación de bienestar no lo quita nada...ni la ceguera (bonita contradicción).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ooooooolé!!
si corriera de mi parte serías el próximo premio nobel de literatura....es verdad lo que dices!!

yo, llevo bastante tiempo sin escribir en el blog...muchas cosas que hacer...pero también mucho de lo que hablar...pero no se por donde empezar...en fin....sigue escribiendo así!!!!

a partir de hoy te voy escribir todas las palabras claves que aparecen cuando tengo q poner mi dirección...a ver si dentro de un tiempo al juntarlas sale algo interesante...no em hagas mucho caso,,,pero creo q tienen que terne algun sentido¬¬....

UN BESO
--
systl

Ego... dijo...

La incertidumbre... ¡Qué jodida! Algo que nos causa tanta ansiedad y tanto miedo, la duda...
Pero, como bien dices ¿qué seria de las relaciones humanas si todo estuviese claro, si no tuviesemos ese privilegio que es imaginar, suponer e ilusionarnos...
Me siento tan reflejado en el ejemplo que has puesto... No se si es que es muy común o es que has dao en el clavo. Un día hablé de algo parecido, cuando las caricias duelen.
Montarnos nuestra película no sé si es tan sano pero ¿sabes? Esa intuición, ese entrar en cabeza y corazon ajeno, esa formacion de emociones e historias de los demas, rara vez me ha fallado. Me ha hecho daño con el tiempo, pero no he solido equivocarme. Creo que es es o más lindo de no poder ver más allá. El comprobar que estabas en lo cierto sólo viendo lo de más acá.
Hoy, más que nunca, voy a matar una de esas dudas. Quizá algún día te cuente lo que siento atravesando barreras como la que hoy me dispongo a atravesar.
Me ha gustado esta entrada. Mucho. Un saludo

Con respecto a ella, ya sabes, comparto tu dolor.