miércoles, 24 de diciembre de 2008

Volveré pronto...

Cerrado por vacaciones ... que no por navidad

Volveré con los aires renovados ... o no


martes, 16 de diciembre de 2008

Lo mejor de ser humano

Anoche hablé con mi almohada. Ella parecía abatida, desolada por algo. Se lo noté nada más entrar en la cama, con el primer abrazo que intentó ofrecerme después de un largo día sin vernos. El calor que me daba no era el mismo, e intentaba disimularlo. Pero no lo consiguió, y le pregunté qué le pasaba. Lejos de ofrecerme una respuesta clara me devolvió el turno con otra pregunta: "¿Qué crees que es lo mejor de ser humano?" Exactamente, no me preguntó por lo mejor del ser humano, sino por lo bueno que tiene el hecho de ser humano. Rápidamente comprendí porqué estaba así. Fue una noche más, de conversaciones con mi almohada, y decidí preguntar por aquí a ver qué pensais.

Lo mejor de ser humano no es la alta capacidad de razonamiento de la que disponemos, pues si razonáramos tan bien como decimos muchas de las catástrofes y desgracias que ocurren en nuestro mundo no serían ni tan siquiera imaginables. Lo mejor de ser humano tampoco es el lenguaje verbal (aunque queda feo que yo lo diga), pues muchas veces no sabemos aprovecharlo y abusamos de él de manera incontrolada, sólo para hacer daño y convertirnos en más egoístas pensando sólo en nosotros. Lo mejor de ser humano no es la inteligencia, pues la complejidad que ello nos otorga nos hace creer que somos mejores, siendo la mayoría de veces más estúpidos solamente por pensar así. Lo mejor de ser humano tampoco es la calidad de vida de la que disfrutamos, pues con mucho menos seríamos más felices: estamos acostumbrados a una vida llena de lujos vacíos, que no llenan para nada nuestro bienestar personal. Pero bueno, eso se merecería una entrada aparte. Lo mejor de ser humano no es, resumiendo, ninguna de las cosas por las nos creemos superiores a otros seres. No es eso. Lo mejor de ser humano es una simple cosa que, aun compartíendola con el resto de seres vivos en la tierra, somos capaces de estrujarla y sacar el máximo rendimiento de ella. Es algo por lo que, a mi parecer, fuimos capaces de desarrollarnos de manera diferente al resto de seres vivientes del planeta. Y lo mejor de ser humano es algo que el mundo entero está empezando a infravalorar, a perder como un bien del que tendríamos que ser capaces de luchar hasta perder nuestra vida en ello. Efectivamente, para mí lo mejor de ser humano son las relaciones humanas, las relaciones entre las personas que más queremos en nuestra vida.

Qué sería de nosotros sin eso tan fundamental y necesario para vivr como son las relaciones con los demás. ¿Para qué tanto lujo si no disfrutamos con ello? ¿Para qué creernos superiores si solamente estamos engañándonos a nosotros mismos ocultando nuestra prinicipal necesidad? ¡Dónde hemos llegado cuando hay personas con problemas para relacionarse y no hacemos más que seguir dándole de lado! Todo el día estamos relacionándonos, abarcando desde relaciones vanales y simples hasta las relaciones más complejas e intensas, pasando de lo peor conocido a lo mejor, al gozo. Desde la familia y pareja hasta los seres desconocidos, pasando por nuestros amigos, colegas y mascotas, nuestra vida se reduce a saber interaccionar y saber sacar provecho de ello.

La gente empieza a dejar de relacionarse, y se encierran en un mundo que para nada está ayudando a recuperar esa vieja costumbre. Y qué pena me da hablar de esto como "costumbre", pues en mi opinión es la meta por la que debemos luchar día a día. El mundo entero cada vez rechaza con más facilidad una cita con alguien por tal de ver un programa basura en televisión. Qué fácil es decir No a una quedada con alguien; y cuán difícil es volver a recuperar el tiempo perdido y los vínculos perdidos. No nos detenemos a pensar en ello ni por un momento. Y mi almohada anoche me abrió los ojos. Ella me decía tener envidia por no poder disfrutar de un buen café con tu mejor amigo, con tu pareja, o con tus padres. Cuando el ser humano es capaz de disfrutar sólo por cinco minutos, aunque sea en silencio, en compañía de un ser querido, llegaremos de nuevo a comprender qué es lo mejor de ser humano. Mientras tanto, el mundo seguirá perdiendo valores, seguirá luchando por bienes que para nada nos llenan, por dinero y más dinero, por el poder, por el egoísmo, y seguirá encerrándose cada vez más al mundo exterior, pensando sólo en su piel, viviendo como robots sin sentimientos, y llegaremos a un punto en el que tengamos que padecer solos, que vivir solos, que lamentarnos y morir solos.
Qué afortunados somos al saber sacar el máximo provecho de situaciones tan simples y, al parecer, vacías. Despertarte por la mañana y estar deseoso de ver a alguien es algo espectacular. Por la calle andas y tus ojos parecen explotar de alegría cuando ven a alguien que para tí significa algo en particular en tu vida. Un abrazo, una mirada, un simple gesto, es capaz de transformar la pena en alegría. Es capaz de hacerte cambiar en milésimas de segundo. Y, sin embargo, no nos damos cuenta de ello. Qué mejor manera hay de relacionarse que con una mirada. Cuando tu mirada choca con alguna otra, con esa persona que significa tanto para tí, crees ser capaz de detener el tiempo. Cuando le das dos besos y apoyáis vuestros brazos en el otro, parece que vas a levitar. Cuando os dais un abrazo, querrías estar así por mucho tiempo. Cuando te detienes a hablar, una sonrisa no deja de aparecer en tu rostro. Cuando llega la despedida, te vas con una sensación maravillosa que se convierte en intriga y ansia por esperar que llegue otra vez ese momento. Para relacionarse no hacen falta las palabras: un gesto y una mirada dicen más que miles y miles de letras encadenadas. Yo soy de los que piensan que cuando eres capaz de disfrutar de la compañía de un amigo/a sin tener por ello que cruzar ni una simple palabra, podrás sentir de verdad aquello tan profundo que sólo podemos sentir las personas.
Seguro que muchas veces habéis sentido aquello de lo que hablo, o sabéis perfectamente a qué me refiero con todo lo que he dicho. Os animo a no perderlo, a hablar abiertamente de esto, a saber disfrutar cada momento en compañía de vuestra mejor gente. Hay que cuidar las relaciones y, con ello, nos estaremos cuidando a nosotros mismos. El mundo está cambiando, parece que todo se está perdiendo, pero un antídoto como este puede con todo. Mi almohada acabó aceptándolo, y me hizo entender todo lo que acabo de plasmar aquí. Y, ya que estamos, ¿por qué no agradecer desde aquí a cada persona con la que he disfrutado fuertemente cada segundo que he estado a su lado? Gracias.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Rimas de una vida cualquiera

Desde que naces aprendes. Aprender rima con crecer, y eso es algo inseparable. Creces y te desarrollas, al lado de unos padres que intentan vorazmente que no te falte de nada, que cuidan de tí cada segundo, que secan de tu dulce cara cada lágrima que derramas.


Derramar rima con amar, y eso es algo que sin quererlo, pero al mismo tiempo sin dejar de intentarlo, le devuelves a tus padres. Y no sólo a ellos; tendrás tiempo más que suficiente para amar y odiar a cualquiera que dejes escribir una página de tu vida. Creces y aprendes, aprendes a amarlos. Así nace una familia: uno para todos y todos para uno. Y si hay suerte cuando naces, rápidamente te das cuenta que tienes otra mano de la que agarrarte.


Mano rima con hermano. ¡Vaya! La familia al completo. Dos padres y dos hermanos es lo mejor para tener siempre a alguien de tu lado. En total: ocho manos unidas que ni la distancia ni el olvido romperán. Tú formas parte de ellos y ellos forman parte de tí. El mejor medio de comunicación entre todos: la sonrisa.


Sonrisa rima con prisa, esa prisa con la que tus padres dicen que creces pero, al mismo tiempo, te resta madurez necesaria para ir haciendo cosas de mayores. No tengas prisa por crecer, después tendrás días en los que añores volver a tu niñez.

Niñez rima con madurez, y aunque parezcan como agua y aceite, creo que sendas partes se llevan bastante bien. Para madurar tienes que ser niño. Tienes que dejarte querer y no parar de aprender. La niñez en la madurez existe, y por supuesto la madurez en la niñez también. Y en cierto modo es lo que te ayuda a seguir adelante, a seguir abriéndote camino.

Camino rima con amigo. Esto es algo en lo que hay que detenerse y meditar. Los amigos van cambiando a lo largo de la vida, pero al mismo tiempo todos seguiremos siendo los mismos. Si tienes suerte, cuando menos te lo esperas te encuentras con alguien que te va a acompañar el resto de tu vida dándote su apoyo y brindándote la gran mayoría de recuerdos que conservarás de mayor. Trata bien a los amigos e intenta contarlos únicamente con los dedos de una mano. Hay que reservar la otra mano y los pies para contar al resto de colegas.


Colegas rimas con melenas, y las melenas te las sueltas cuando, en tu opinión, crees que sabes todo lo que hay que saber en esta vida. Ya eres libre, piensas, pero qué equivocado estás. Y no te culpo por ello pues todos pasamos por ahí. Te sueltas el pelo, haces lo que te da la gana. Y, sin embargo, seguirás teniendo las mismas manos en las que agarrarte cuando la marea te arrastre. Cuando llegas a esta etapa te das cuenta que te has pasado toda tu vida haciendo ejercicios de calentamiento para la verdadera prueba: comenzar tu vida, comenzar a volar.


Volar rima con soñar, y soñar es el sitio más íntimo donde puedes hacer realidad tus deseos. Disfruta tus sueños, pues muchas veces serán el único ancla que te permita tener los pies en el suelo. Los sueños dicen mucho de tí. Escúchalos atentamente y no hagas tonterías.


Tonterías rima con alegrías. ¡Cuánta razón tiene esta pareja! Las alegrías vienen igual que las penas, y hay que saber tomarse ambas con mesura. No te detengas demasiado en ninguna de ellas, pues sus extremos me han dicho que son malos. Es decir, ni seas un payaso ni seas un tristón. Y mucho menos, ¡no seas un payaso triste! Eso la gente no le gusta, y lo que diga el resto de gente es muy importante. ¡Es broma! Intenta que los únicos comentarios importantes te afecten cuando provengan de tus amigos o de las manos que te criaron.


Criaron rima con sanaron, y sanar es algo que no vas a parar de hacer el resto de tus días, desde que naces hasta que mueres. Para sanar es imprescindible enfermar, ya sea física o emocionalmente. Y para ello volvemos a recurrir a los mismos personajes de esta historia; efectivamente, hablo de las mismas manos. Comenzarás por sanar tus estados más primarios como el hambre y la sed. Tendrás que sanar de cualquier cosa siempre que te implique sufrir por ello. Y, lo peor, sanar de tu primer amor, de tu segundo, y de tu infinito amor. Pero hay gente pesimiste que dice haber nacido para sufrir, y eso no es así. Sufrir y sanar es algo irremediable, y con ello nos haremos más fuertes.

Fuerte rima con suerte. ¿Creeis en la suerte? Yo sí, sin dudarlo. Por ejemplo, yo pienso que tuve mucha suerte al nacer donde nací. Lo que no existe es la búsqueda de la suerte, pues es imposible saber dónde la puedes encontrar. En eso consisten las reglas. Pero la suerte no corre siempre de tu lado y, en esas ocasiones, de nuevo se requiere sanar y volver a empezar.


Y empezar rima con avanzar: avanzar en tu vida, en tu crecimiento como persona, en tus relaciones con tus amigos, tu pareja, y tu familia. Tu vida se reducirá a eso; no lo dudes. Avanzarás sin darte cuenta por un camino pedregoso; pero unas buenas botas lo irán salvando. Y sin darte cuenta -supongo- llegaremos a los últimos peldaños.


Pero peldaños también rima con barrancos. Me refiero a esas fuerte caídas que te dejan huella y heridas, y que ocurren a lo largo de tu vida. Para superarlas de nuevo es necesario sanar, pero esta vez con cicatriz. La muerte de un ser querido, el peor fracaso de tus objetivos, problemas de la vida en general, amores y desamores. Sí señor, esas cosas dejan huella. Pero lo que más me entristece es la gente cobarde que no arriesga por tal de no pasar por tales tragos. Sólo se vive una vez, y hay que ser valientes. Lo que venga vendrá, y por cerrar los ojos no va a pasar la tormenta. Lo único que harás es perder tu juventud.


Juventud rima con senectud. Es el siguiente paso, los últimos escalones. Y para escribir de ello me considero poco sabio, con poco conocimiento. Estás cumpliendo con méritos los objetivos de tu vida: formar una familia y vivir dignamente. Si lo pensais, todos en nuestra vida aspiramos a eso como último y fiel objetivo a cumplir. Morir con la fortaleza necesaria para no echar por tierra todo lo que has conseguido a base de cuantiosos esfuerzos es lo mejor para despedirte de este mundo.


Mundo rima con mundo, con el otro mundo. ¿Qué habrá después? Cuando llegue el día lo sabremos. Ahora mismo, entre rimas, se me acaba de pasar una vida. Vivir rima con morir...Simplemente, rimas de una vida cualquiera.

martes, 9 de diciembre de 2008

Allá donde no llega la vista

Constantemente nos preguntamos por las cosas que no podemos ver. Hace poco tiempo me preguntaba una amiga por lo que podría haber más allá del horizonte; más allá de una línea horizontal que delimitaba mar y cielo. La respuesta fue muy fácil, pues hoy día hay mapas que te indican la respuesta de manera acertada. Pero, ¿y si no fuera tan sencillo? Ambos sabíamos que detrás se encontraba el continente africano y, sin embargo, nos quedaba un residuo de duda que hacía preguntarnos por la relatividad. Pero no nos quedemos con el significado más generalizado cuando hablo de la vista, pues una buena vista sin conocimiento limita nuestras intenciones, y un buen conocimiento sin vista limita nuestro progreso.


Allá no llega la vista no tiene porqué quedar restringido al espacio físico, sino que se extiende mucho más allá. Y es que si pudiéramos ver las emociones, por ejemplo, o los sentimientos de la persona que tenemos enfrente, todo sería mucho más fácil. ¿Creeis lo mismo? Yo no. Tener más vista, en el sentido que ahora estamos hablando, creo que nos restaría felicidad y madurez. Pienso que muchas de las cosas más bonitas -y que no apreciamos lo suficiente- es el misterio de la incertidumbre en el mundo de la emoción. Aunque indirectamente somos capaces de intuir el estado emocional de terceras personas, un pequeño porcentaje de nuestra reacción emocional en esta situación queda reservado a la duda, a la incertidumbre de un posible error que podamos estar cometiendo en nuestra interpretación. Y a veces, este pequeño porcentaje es suficiente para echar por tierra cualquier conclusión que extraigamos. La duda tiene mucho más poder que la convicción en el campo de los sentimientos. Crees saber lo que siente una amiga por tí, y te sientes seguro de ello. Pero, de repente, cualquier atisbo o indicio de comportamiento hace juzgar tus creencias y te hace entrar en un bucle que acaba por destrozar aquello de lo que estabas plenamente confiado. ¿Qué está pasando? ¿Por qué actúa así ahora? ¿Por qué ha reaccionado de esa manera? ¿Estará cambiando algo? No...siempre ha sido así. Solo era yo, que estaba equivocado. Me inventé un mundo y ahora me doy cuenta que es irreal.


Allá donde no llega la vista también representa la mayor duda que, en mi opinión, ha tenido en vilo a la humanidad desde que el mundo es mundo -y desde que el mundo, está empezando a no ser mundo-. ¿Qué hay detrás de la vida? ¿Qué hay tras la muerte? Allí, obviamente, no llega la vista. Pero es que nisiquiera sabríamos donde mirar. Es una gran pregunta que no se responde aprentando los ojillos y afinando nuestro objetivo. Cuando pierdes a una persona cercana y muy querida, el mundo queda reducido (o mejor dicho, tu mundo queda reducido). Tres años y dos días después me lo sigo preguntando, la sigo añorando, me sigo preguntando donde estará y si se acordará de todas las personas a las que les arrebató una porción de su razón de vida. Allí no llega la vista, pero nuestra convicción de que nos está observando es suficiente...o no...porque me enoja no poder verla a ella. Seguiremos confiando en los sueños, donde sí puede llegar la vista y disfrutar de nuevo con su compañía. In memoriam; te sigo recordando.


Allá donde no llega la vista implica también el futuro, incluso con un buen condensador de fluzo a pleno rendimiento. Ni sabiendo que mi vertiente laboral se está definiendo cada vez más me puede dar la convicción de que no acabaré descabezando sardinas en una empresa pesquera de Osaka. ¿Por qué no sería posible? Muchas veces me he preguntado por mi futuro, y me hubiera gustado saber fielmente qué sería de mí dentro de 10 años. Pero cuando piensas fríamente te das cuenta que es mejor no saberlo. Le resta importancia e intriga a mi día a día, y acabaría por perder el sentido. A ese lugar no llega la vista; pero pienso que es mejor que no llegue nunca.


Allá donde no llega la vista es, simplemente, más allá de la pared que tenemos enfrente. Me encantaría atravesar con mis ojos todas las barreras posibles y aplicar un zoom extraordinario para ver a mucha gente, pero es imposible. Nos conformamos con disponer de una conexión a internet y enchufar una cámara. Y si no nos alcanza la vista para comprender las intenciones y pensamientos del que tenemos delante, no pretendamos atravesar kilómetros de distancia para ver una cara. Aunque esto sí que se anhela muchos días: aquellos en los que las nubes sellan tu motor de vida.

Y es que un lugar donde llega la vista es a las personas. Si no fuera así, ¿qué sería del ser humano? Todos los días grises te alegra ver la cara de una persona a la que quieres (aunque ni sepas si es recíproco el sentimiento); y más aún, nuestra única pretensión en muchas ocasiones es ver una cara; una cara que representa algo que tú compartes, o algo que desearías compartir. Allí sí que alcanza la vista, y esos cosquilleos y sensación de bienestar no lo quita nada...ni la ceguera (bonita contradicción).